martes, 22 de octubre de 2013



Un juego de estrategia, diseñado para los fans de la saga total war:

Rome 2 es un juego en el que llevamos una civilización clásica desde su pequeño rinconcito del mundo a la expansión total mediante una herramienta: Guerra Total, que para eso se llama así la franquicia. Se llama Rome 2 porque es la segunda vez que nos ponen a conquistar todo el mundo conocido (no porque continúe la historia de Rome, esos se llaman Total War: Medieval) y funciona con una mezcla de turnos moviendo figuritas y tomando decisiones políticas (muy a la española: a ver hasta dónde aguanta el pueblo antes de tener que sacar las legiones) y batallas en tiempo real con varias decenas de miles de personitas de mentira matándose entre sí. Sus creadores nos habían prometido que Rome 2 sería la revolución, lo nunca visto, una transformación total gracias a un motor nuevo que nos llevase a la next-gen del PC. Gracias a Sun Tzu, no han cumplido: Rome 2 es un Total War mejorado, que funciona mucho mejor que sus hermanos en lo táctico y que se fija más que nunca en Paradox y en Firaxis en lo estratégico. Y digo gracias porque nos habían vendido un juego, bullshot a bullshot, que se adivinaba injugable en el peor de los casos, o alejado de la esencia del primer Rome(2004), precisamente el juego con el que Total War pegó el primer cambio de motor y que marcaría el resto de la saga salvo ese pequeño tropiezo que fue Empire (2009). Pero no, lo que han hecho en Creative Assembly es mucho más que gráficos -ojo, que la captura de arriba es directa con una GTX 650 de 100 pavos- mejorados: toda la potencia ha ido a mejorar aspectos que la saga pedía a voces. El terreno, por ejemplo, repleto ahora de cuestas, salientes, pequeñas colinas, casas, animales salvajes que pueden hacernos perder los nervios (un día os cuento como la primera vez que vi ciervos saqué dos unidades de caballería de su perfecta emboscada) y obstrucciones a la línea de visión de nuestras unidades. Sonará ridículo pero, hasta hoy, Total War no había tenido niebla de guerra, por ejemplo.

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